Julio 15, 2023
¿Con qué frecuencia nos detenemos a escuchar lo que quieren decir los pájaros con su canto?, ¿lo que comunican las mariposas con sus colores?, ¿o lo que los crujidos de los montes quieren advertir? La Tierra nos habla todo el tiempo, sólo es cuestión de aprender a escucharla. En este libro, Mariana Matija nos hace reflexionar sobre la forma en que nos relacionamos con el medio ambiente, y qué hacemos para acercarnos y conectar con nuestros hermanos de otras especies, como ella los nombra. A través de recuerdos y episodios de su vida, la autora, que siempre ha estado interesada en explorar y compartir prácticas de cuidado de la Tierra, nos lleva por una bitácora de observación de paisajes y especies de su natal Colombia, de Islandia y otras partes del mundo, para hacer al mismo tiempo una exploración interna que nos invita a reconocernos como parte de este planeta. A la par, nos comparte sus memorias de amor profundo con algunos miembros de su familia: Lirio, Fernanda, Rosa, Candela, Elías, Jonás y Rebeca que, aunque tenían nombres humanos eran sus hermanas gatas, perras, gallinas y conejas, con las que formó vínculos inquebrantables. El título del libro pareciera un error de impresión, pero cobra sentido cuando pasamos cada página y descubrimos a la niña que creció amando a la naturaleza, a la mujer que se reconoció en un pájaro, a la persona que en algún punto de su vida quiso ser un frío glacial, pero sin el peligro de algún día extinguirse hasta convertirse en una laguna.