Tanto el miedo como la incertidumbre son parte inseparable de la vida, y los vamos a experimentar en innumerables ocasiones a lo largo de ella. Pretender evadirlos o negarlos, sólo los complica y refuerza; comprenderlos en la medida de lo posible y aprender a manejarlos, nos facilita la posibilidad de lidiar con estos compañeros inseparables que nos acompañarán en muchos momentos y situaciones.
A estas alturas, ya nos queda bien claro que la incertidumbre y el miedo son parte de la vida y que sólo elegimos qué hacer con ellos. ¿Los sufrimos? ¿O mejor les abrimos los brazos? Y entonces aplicamos todo lo aprendido, para que en lugar de que nos destruyan, se conviertan en nuestros aliados. Si esta es tu elección, ¡bienvenido al fascinante misterio de la vida!
No lo llames incertidumbre, llámalo sorpresa.
No lo llames miedo, llámalo advertencia.